lunes, 2 de mayo de 2011

simplemente tube suerte

Yo no escogí enamorarme de ti, pero la primera vez que te besé, nuestros dientes se rozaron por una milésima de segundo y fue increíble, y la hora exacta de ese beso eran las 8 menos 9 minutos y paré el reloj, para que se quedase la hora detenida para siempre, parada. El minuto exacto en el que me besaste está metido en un reloj, para siempre y ya nunca se que hora es, pero me da igual. Y desde entonces veo constantemente el reloj. ¿Sabes lo que me gustaría?, estar tumbado contigo sobre la hierva mirando la luna esa naranja que hay algunas noches de invierno, y que empezara a nevar y sentir los copos en la cara y tu mano.

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